Máxima mínima

Ingrid Cordero

Fecha

Del 22 de junio al 29 de julio

Máxima mínima

 

 

El concepto de Máxima mínima es sencillo: patrones de diseño para seis piezas de vestir fáciles de confeccionar si se cuenta con tela, tijeras y una máquina de coser. Un abrigo, cuatro vestidos, y un poncho de doble función: cada diseño parte de un rectángulo de tela, requiere tan solo la habilidad de coser en línea recta y se puede vestir de distintas maneras. Y para efectos prácticos y democráticos, las prendas son talla única; al estilo Frank Zappa: one size fits all.

 

Más allá de la aparente simplicidad del proyecto yace un deseo de proponer alternativas: al sistema de consumo masivo del que participamos casi de manera automática; a la idea de que el diseño tiene que ser patentado y guardado sigilosamente; y a las grandes cantidades de desechos contaminantes que genera como la industria textil y el sistema de fast fashion. El elemento pedagógico/educacional de la propuesta es doble: por un lado, la apertura del pensamiento hacia opciones de vestimenta que se pueden hacer en casa —no compradas en tiendas—  La segunda parte consiste en el proceso en sí de enseñar los principios básicos de costura que acercan los diseños a cualquiera que quiera intentarlo.

 

Las ideas que han influenciado el pensamiento de Cordero y dado forma a Máxima mínima son ricas y variadas. Entre ellas se destacan conceptos desarrollados dentro de la escuela de diseño, arte y arquitectura alemana Bauhaus (1919–1933), uno de cuyos principios fundamentales era priorizar la función ante la forma, con la idea simultánea que el buen diseño podía aplicarse para mejorar cualquier cosa. El Bauhaus también se dispuso a eliminar las fronteras entre arquitectura, artesanía y arte para alcanzar una idea más unificada y permeable del arte y arquitectura contemporánea. La propuesta presente procede de manera similar, reuniendo en una propuesta elementos del diseño de moda con ideas de conservación ambiental y activismo—un sistema en el que las categorías de “moda”, “vestimenta”, “diseño”, y “educación” colapsan a favor de un sistema alternativo que descarta la necesidad de diseccionar el mismo.

 

Más allá de la utilidad diaria y práctica de las prendas, está también la idea de que los diseños son objetos de arte, diseños habitables que hacen del cuerpo humano un elemento necesario para la realización de la obra. En otras palabras, el uso de las prendas es imprescindible para completar la propuesta de Máxima mínima. En este aspecto, el proyecto invoca el trabajo multifacético del artista alemán Franz Erhard Walther (Alemania, 1939) cuyos trabajos participativos desde los años sesenta, con frecuencia hechos a partir de textiles, reinterpretaron no solo el objeto artístico sino también la relación entre objeto y espectador.

 

El trabajo y pensamiento de Cordero se sitúa en la intersección de un cuestionamiento permanente y productivo entre las ideas del diseño y la funcionalidad y aquellas del arte, entendida como expresión plástica, lenguaje estético, propuestas visuales, etc. Como lo dijo el artista futurista y diseñador italiano Bruno Munari, otro pensador influyente en el trabajo de la artista, “el diseñador de hoy en día reestablece el contacto perdido entre el arte y el público, entre las personas vivientes y el arte como objeto vivo.”

Paula Kupfer.

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